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EL CONTINUO EXAMEN DE LA VIDA


En estos días muchos jóvenes se están presentando a la EBAU (PAU, Selectividad…), algunos otros a los exámenes de final de cuatrimestre en la universidad, e incluso a la defensa del TFG para finalizar la carrera.


Hoy, mirando atrás pienso en todos los exámenes que he hecho, de esos gordos en los que te lo juegas todo (o eso creías). Recuerdo los nervios y quién estuvo a mi lado en todo el proceso. Las largas horas de biblioteca, las horas en vela, los nervios y la falta/exceso de apetito, los momentos de descanso en la cafetería y un sinfín de sentimientos que se grabaron a fuego en mi mente.


Recuerdo luchar por tener mejor media en bachiller, los nervios en la puerta de la selectividad, porque mi futuro dependía de ello.


Pero también recuerdo como si fuera ayer la satisfacción de haber logrado mi objetivo: entrar en enfermería; aunque ello conllevara, muchos más exámenes, mucho esfuerzo, recuperaciones, prácticas, desvelos y llantos.


Pero todo este proceso para cada examen te hizo capaz de esforzarte en el siguiente, de valorar el saber, el darte cuenta de que cuidar con excelencia implica seguir aprendiendo, todo ello te hace sentir orgulloso de todo lo que has tenido que dejar atrás para poder conseguir llegar hasta allí.


Después de muchos años de instituto, universidad… Ya eres enfermera (en tu caso cualquier otra profesión que desempeñes). Sin embargo, te das cuenta de que cada paciente, cada situación es un reto con el que lidiar, del que aprender y que te hace seguir avanzando.


Lo cierto es que, aunque te haces mayor, los exámenes no dejan de aparecer en la vida, porque cuando miras adelante, a tu futuro, las decisiones que tienes que tomar… a veces sientes que estás en un continuo examen… Pero los años van pasando y a veces seguimos la inercia de las circunstancias; entonces perdemos ese estado de alerta que nos producía un examen, ese sacrificio que merecía la pena, esa lección que no querías dejar de poner en práctica, esa ilusión por recorrer el camino y avanzar por muy empinado que este se volviese…


¿Acaso deberíamos hacernos un examen de vez en cuando? ¿qué tal si nos preguntáramos dónde queremos llegar? ¿merece la pena el esfuerzo por ganar más dinero? ¿estoy disfrutando de las cosas importantes de la vida? ¿qué he aprendido de la gente que me rodea? ¿qué estoy aportando en el entorno que me toca vivir? ¿qué valores rigen mi vida? ¿cuál es mi propósito en la vida?


A veces la vida nos pone “exámenes sorpresa”. De esos que no esperas y para los que quizá no estás preparado o piensas que no lo estás, pero debes afrontarlos. Como cuando tienes que ser honesto a pesar de las consecuencias que esto conlleve. Cuando tienes que seguir adelante en medio del dolor. Cuando todo a tu alrededor parece desmoronarse, pero sabes dónde aferrarte para salir a flote. Cuando sabes que lo que escojas decidirá y definirá los próximos años de tu vida y lo enfrentas con coraje y valentía.


Me da la impresión de que la vida, es un continuo examen al que no quiero faltar, del que quiero sacar provecho, crecer, madurar, tomar decisiones difíciles, pero con coraje; mirar atrás y darme cuenta de que, de los fallos he aprendido; observar quién sigue a mi lado y agarrarle de la mano en los momentos en que su “examen” este siendo difícil.


Cuando miras atrás ¿cómo ves el continuo examen de tu vida?

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