Durante mis días de trabajo a veces me siento bailando entre la pena y la alegría, entre las despedidas y las bienvenidas, entre las lágrimas y las sonrisas, entre las malas y buenas noticias, entre tener que correr y la quietud de querer pararme a escuchar. Entre el aprendizaje de la vida y el sufrimiento de esta. La dicotomía entre la vida y la muerte…
La semana pasada trabajé seis días en cinco servicios diferentes. Debo decir que es totalmente agotador y por supuesto no es lo ideal. Sin embargo, he de reconocer que esta semana he llenado mi mochila de lecciones y mi pensamiento de reflexiones.
Comencé la semana conociendo a un paciente oncológico, al que consolé y agarré su mano ante desalentadoras noticias de empeoramiento; me contó de su vida, de que se sentía derrotado, de su familia… Hablando de la vida me dijo: “me siento agradecido, hasta de los malos momentos, porque me han enseñado y ¿sabes? creo que muchos escogerían agradecidos mis malos momentos en vez de todo lo que están pasando”; me hizo reflexionar ¿qué cambiaría yo de mis malos momentos?
Durante los demás días he estado en diferentes servicios, con pacientes con buena conversación, con historias fascinantes, con una sensibilidad de llorar ante las desgracias que estamos viviendo en el mundo, pacientes que te comparten noticias preciosas, fotos de sus nietos, historias graciosas… Pacientes que te hacen reír o te dicen un acertijo.
He tomado la mano de un paciente con dolores inaguantables, y sufrido al verlo llorar de dolor.
Y como guinda del pastel, terminé la semana en maternidad, donde los llantos son tiernos y los pequeños son tan preciosos… Donde comienza la vida, la familia, las ilusiones, los retos…
Por todo ello y mucho más, no hay palabras para describir lo MUCHO que me apasiona mi trabajo, no solo por todo lo que puedo influir y cuidar de los demás, sino en cómo aprendo de mis pacientes.
A veces correré para poder aliviar, cuidar o evitar empeoramientos. En ocasiones me pondré a tu vera para andar a tu ritmo y mirar la vida desde tus ojos… Pero siempre aprenderé de ti, a pesar de que a veces mi corazón baile entre sonrisas y lágrimas, y no es fácil porque me duele verte sufrir, pero a la vez me siento afortunada de poder estar a tu lado.
Durante esta semana todos estos pensamientos me han hecho pensar en Jesús. Él estuvo dispuesto a compartir nuestras sonrisas, pero llevar también nuestras lágrimas. Él mismo lloró ante la tumba de su amigo Lázaro. Sin embargo, sonrió al coger un pequeño o disfrutó de una boda entre amigos. Desde que nació su vida estuvo llena de dicotomías, el Hijo de Dios nació en un pesebre, los sabios de Oriente le vinieron a adorar mientras Herodes lo buscaba para terminar con su vida. Devolvió la esperanza a muchos con sus palabras, y con sus milagros la vida plena; pero todo esto conllevo la envidia de muchos y el final fue la cruz. Las mujeres lloraron al verlo morir, los días de luto fueron largos por su maestro… Pero imaginar la sonrisa de volver a verlo de nuevo al resucitar, al ver la tumba vacía y pensar que VENCIÓ a la muerte. ¿Acaso no es para llorar de emoción y sonreír a pesar las tristezas?
Jesús quiere llenarte de alegría, pero también llorar contigo.
¿Quién compartirá tus sonrisas y secará tus lágrimas?
Después de meses de lágrimas, ruego porque tú y tus compañeras, tengáis un superávit enorme de sonrisas. 😀
Que bellas palabras y sentimientos que usas al expresarte! todo esto es vivencias donde usas tu corazón y todos los sentidos. No es necesario usar palabras de jerarquía para tan Bello sentimientos, gracias! Dios te bendiga hoy y siempre . KetoLinda
Me gusta mucho lo que escribes Eli tus experiencias de la vida laboral eras muy bueno escribiendo sigue así que el señor te bendiga mucho.
Qué buenas reflexiones!