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MIRA CON OTROS OJOS


En el día a día cuando nos encontramos con una persona, nos hacemos una idea de cómo será por como viste, como actúa o como es su apariencia, pero como bien dice el dicho: “las apariencias engañan” y en ocasiones las circunstancias truncan la vida, sorprenden y son difíciles de afrontar.


Como enfermera veo constantemente a las personas sufrir a nuestro alrededor.

Sentimientos que en general a todos nos cuesta sobrellevar: incertidumbre, miedo, dolor, ansiedad, soledad, incomprensión, ira, tristeza, decepción… Cada persona lo lleva de manera muy distinta, y nosotros los conocemos en ese momento crucial, donde tienen que seguir adelante.


Los conocemos en un momento en el que “parecieran” no ser ellos, y entonces nos cosen a preguntas, no paran de llamar al timbre, de pedirnos cosas, o entretenernos constantemente para que estemos a su lado…

Y es que en nuestro día a día somos testigos de muchos de los cambios de la vida en los que sufren:


Vemos la vulnerabilidad en un padre de familia.

Vemos la incertidumbre en una madre que lo sabe explicar todo, que todo lo encuentra…

Vemos el miedo en los abuelos que son la fortaleza de sus nietos.

Vemos la tristeza en el humorista entre sus amigos.

Vemos la soledad al perder a un ser querido.

Vemos la dependencia en la persona que cuida de otros.

Vemos la pérdida de rumbo al agravarse una demencia.


Y todo ello, nos hace percibir matices de la vida que otros no pueden ver. Tenemos el privilegio de poder ayudarles en los momentos cruciales de su vida, en donde todo se desmorona, donde todo parece oscuridad…


Por eso, cuando tenemos tiempo (a veces por la carga de trabajo es muy complicado), y lo dedicamos a escuchar, a hablar con la familia, descubrimos más de como es nuestro paciente y te hace ver a la persona con los ojos de aquellos que le aman; Una hija que mira con admiración, un nieto que llora al ver sufrir a su abuelo, un amigo que viene para animar al que siempre fue el alma de la fiesta, aquel cónyuge que cuida con dedicación y te cuenta lo que le gusta, lo que no, cómo ha sido… un hermano que sabe estar cerca del corazón… Y entonces, tu idea preconcebida se acaba, y comienzas a verle con otros ojos.


Cuando sabes el sufrimiento que lleva a cuestas la otra persona, quizá su “amargura” sea comprensible.

Cuando ves a un hijo que te cuenta cómo ha sido su madre, los insultos en medio de la desorientación se vuelven insignificantes.


Por eso, cuando estés cerca de alguien y te parezca antipático, frío, raro… Piensa que no sabes lo que le está ocurriendo, recuerda esta frase que dijo el mismo Jesús: “Portaos en todo con los demás como queréis que los demás se porten con vosotros.”*


Aprende a mirar con otros ojos, quizá puedas ser la alegría que alguien necesita, o la palabra de ánimo que le anime a seguir.

Aunque lo más fácil sea juzgar, mira más allá y aprende a mirar con otros ojos.


*Mateo 7:12

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1 Comment


Y cuántos ojos, hartos de mirar sin ver, cambiarían con tus experiencias!! Gracias.

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