¿En ocasiones no sientes cómo que te falta algo? ¿Sientes que no encajas?
Los puzles pueden ser sencillos, aquellos que visualizas desde el primer momento y que no te cuesta encajar todas las piezas, pero puede haberlos muy complejos, en los cuales es complicado ver el final y a veces te das por vencido y lo dejas a medias.
Imagina un puzle de las meninas, un cuadro que casi todos conocemos y que se puede admirar en el Museo del Padro. Sería uno de los puzles complicados. Cuando comenzaras a hacer el puzle, verías a los protagonistas, pero cuando lo fueras completando, verías al propio autor del cuadro que, de forma discreta, quiso ser parte del mismo.
En la carrera estudiamos que la persona es un ser biopsicosocial y espiritual y que unas cosas influyen en otras. Nosotros, por lo tanto, debemos de ser capaces de ver a las personas en su conjunto, sin embargo, en ocasiones no somos capaces de ver más allá de lo que nuestros ojos alcanzan a ver o no tenemos el tiempo para ver todas esas dimensiones.
En esta época “covid” nos damos cuenta de cuán importante es la compañía, la importancia de la familia incluso en la orientación espacio-tiempo de los pacientes, el tener cerca a alguien de su familia les transforma. La importancia de la alegría que producen los nietos en sus abuelos, el cuidado de un hijo a su madre, de una buena amiga que pueda darse una caminata a tu lado…
También nos ha hecho recordar la importancia de los sentimientos, del expresarse y poder transmitir con los demás cómo nos sentimos, los miedos que nos acongojas, las preocupaciones que tienen nuestra mente a tope pensando día y noche, la vergüenza que sentimos cuando tienen que suplir nuestras necesidades básicas usando la cuña/pañal… El compartir nos hace sentirnos cerca de los demás y nos enseña a cuidar mejor y de manera más certera.
En los momentos duros que estamos viviendo, en ocasiones nos preguntamos ¿y esto es todo? ¿acaso no hay nada más? ¿a qué le estoy dando más importancia de la que debo? ¿cuáles son mis prioridades? ¿qué pieza me falta? ¿cuáles no están en su lugar?
Me gusta pensar en que cada persona con la que tenemos el privilegio de coincidir y de influir en su vida, les podemos ayudar para ir completando su puzle, al igual que ellos el nuestro. Ayudarnos unos a otros a encajar las piezas oscuras, los momentos complicados, los quebraderos de cabeza, aquellos que te rompen y a veces te tambalean.
Por eso, me encanta ser enfermera, porque tengo la oportunidad de cuidar a los demás, de mirar más allá del problema de salud, porque tengo la oportunidad de escuchar, aprender, ayudar y cuidar de la persona en todas sus dimensiones. Pero además me encanta tener y vivir con esperanza, propósito y sentido de trascendencia, de saber que no todo acaba aquí; y eso, es lo que me ayuda a continuar, en un trabajo en donde la enfermedad nos rodea, donde la muerte acecha constantemente y muchas veces sentimos su aliento en nuestras espaldas.
Al final de cada época difícil, mirarás la hermosura del puzle. Quizá visualices una tormenta feroz, pero podrás observar que aparecen matices que no habías podido apreciar y, quizá, personas que no te esperabas que aparecieran, pero que han sido un regalo.
¿Dejarás que otros te ayuden en los momentos en los que no puedes ver cómo seguir avanzando en el puzle? ¿crees que falta alguna pieza?
Poco a poco las piezas van encajando, los problemas van quedando atrás y las cosas comienzan a tomar su lugar. Los paisajes se ven hermosos a pesar de la crudeza de la realidad, y la esperanza llena el cielo de arco iris después de la tormenta. Todo ello forma parte del puzle de la vida, en el que las piezas van encajando en su lugar y completando cada etapa, pero el puzle sigue, como las decisiones y los rompecabezas para saber los caminos que debes escoger.
Imagina que, como Velázquez, el autor del puzle estuviera allí, en una de las piezas, queriendo formar parte de tu puzle, en las tormentas, pero también en las alegrías, dando el sentido a cada pieza ¿dejarás que tu puzle quede incompleto?
Haz que cada pieza cuente.
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